Hace un par de semanas conocí a Marta, una mujer artista y artesana, hecha de arcilla primigenia, esculpida por el viento, impregnada de dulzura y duende.
Vive en el campo, al borde de una carretera que quien sabe porqué quieren ampliar partiendo de cuajo la armonía del lugar. Pero ella, soberana de su mundo sigue observando todo desde una calma casi pétrea.
La conocí en su faceta de escultora, está realizando un encargo o más bien una misión. La de reproducir una Virgen románica, una talla exquisita de madera que data alrededor de 1360 y reside en un pueblito en lo alto de las montañas de los Pirineos catalanes, su casa. En su gestación, ha ido hasta allí a visitarla con su marido, el "Chopo", fotógrafo que le apoya, entre otras cosas, documentando los detalles originales para que ella pueda realizar una fiel reproducción.
Su taller parece salido de un cuento mágico, donde los personajes te observan impasibles mientras tu engulles tal ancestralidad. Los niños, llenos de ternura e inocencia, honran gran parte del lugar como si formaran parte de un mundo en peligro de extinción. Ella es la guardiana.
Con sus manos y su aliento pare sin cesar nuevas formas de entender el paso del ser humano por estas tierras arcillosas, que se cuecen y perduran en el Alma que sostiene el mundo.
Sólo espero que tal misión le lleve a poder disfrutar de su paso por esta vida cubierta de toda necesidad, ya que en el mundo en que vivimos, este tipo de valor y de arte para nada es bien atendido, y a la vez estamos tan necesitados de el. Gracias.
*Fotografía: El "Chopo"
*Web de Marta Polo: www.azulmartapolo.com