Este plato se viene cociendo, a fuego muuuy lento, durante milenios. Billones de manos han puesto su ingrediente, personal e intransferible, en el. La justa medida según la supuesta receta.
Casi está listo para ser degustado por todos nosotros, cocineros y a la vez comensales.
Los elementos nos los ha proporcionado la Madre Tierra. Buena leña, agua pura, aire fresco, y tierra virgen productora de los más exquisitos manjares.
Podemos degustar el plato solos o acompañados. Libre albedrío en este punto. Aunque nadie quedará relegado de experimentar el sabor, el olor, la textura y la apariencia de tan original alimento.
Llega el momento de probarlo, la impaciencia apremia, y parece que hay opiniones para todos los gustos, pero todos coincidimos en que el olor nos dice que algo no funciona, el sabor es muy amargo, la textura no es de nuestro agrado y no digamos de la apariencia.
Igual no hay mucho que hacer, igual será mejor tirarlo a la basura y volver a empezar, o quizás se pueda re-hacer. Todo depende de nuestra capacidad creativa , o mejor dicho, creadora.